miércoles, 2 de febrero de 2011

Una cosa llamada aburridismo

Un día sin fecha me levanté temprano sin motivos especiales. Aún tenía sueño pero ya no podía seguir durmiendo. Recién empezaba el día y ya estaba aburrida. No hay cosa más aburrida que el aburrimiento, nada nos quita el aburrimiento, ni una película o un paseo. Pero ese día dije "No puede  ser, ALGO hay que hacer".

¿Se acuerdan de Manuela, mi amiga que adora las cosas feas? La llamé y le pregunté si tenía algo para hacer, pero ella también estaba con "aburridismo agudo" (se lo dijo el doctor). Entonces fui a su casa, nadie con aburridismo puede salir hasta que se le pase un poco (me dijo el doctor).

- ¡Hay que hacer algo Manuela!
- Pero no hay nada para hacer - dijo ella - ¡Ya sé! Podemos ir a arreglar el jardín, plantar algunas flores y plantas nuevas.
- Me parece una muy buena idea, Manuela. - Le contesté.

Así que juntamos unas flores y semillas, tierra y palitas, pero nos faltaba el agua para las plantas, había que buscar una regadera.

- Manuela, necesitamos algo para darle agua a las plantas.
- Fijate atrás de ese árbol, siempre hay una que se esconde y no quiere salir a ayuudarnos.

Me fije atrás del inmenso árbol y la llamé a Manuela para que viera lo que había encontrado

- ¡Manuela! ¡Tenés que ver esto! ¡Es fantástico!
- ¿Qué es? ¿Es algo que se pueda comer?
- ¡No, es algo mucho mejor!
- ¿Es algo con lo que se pueda jugar?
- Puede ser... ¡Pero no, vení, mirá!

Un pompón de pelo blanco con dos orejas largas como los días de verano y con una diminuta nariz rosada que no paraba de moverse. Un hermoso conejito blanco nos espiaba. Quisimos tocarlo, pero se escondió en el hueco que había hecho al pie del frondoso árbol. Pensamos que estaría asustado, o quizás enojado. Habíamos cambiado muchas flores de lugar, y quitamos unas zanahorias para poner una planta de tomate. ¡Eso era! A los conejos le gustan las zanahorias, los tomates son para las personas.
Entonces pensamos qué podíamos hacer con Manuela para que el conejo observador estuviese contento.
Buscamos unas zanahorias para plantar y las pusimos al lado del hueco al pie del árbol, allí la tierra siempre está húmeda, y las grandes hojas y fuertes ramas del árbol las protegerían de las tormentas.
Cuando terminamos con nuestra tarea, nos fuimos muy calladitas adentro de la casa, no queríamos asustar a nuestro nuevo amigo otra vez.

Dejamos que pasaran algunos días y fuimos a ver cómo estaba el pequeño conejo. Cuando nos vio, el pompón blanco saltó y saltó de la alegría, ¡estaba tan contento con sus zanahorias!

Desde ese día Manuela lo cuida y lo mima, y cada vez que nos agarra sin aviso un aburridismo, visitamos a nuestro nuevo amigo para contarle cosas.

martes, 1 de febrero de 2011

Una cosa para contar

Hoy me pinté las uñas de los pies. No suelo hacerlo, no le doy mucha importancia a la "belleza" de los pies. Después de todo ¿quién mira los pies?, los que miran al piso cuando caminan, como yo, o los que trabajan en la industria de la zapatería, o los obsesionados/as de los calzados. Pero en general no se les presta mucha atención. Quizás esa fue la razón por la cual me pinté las uñas de los pies. Las pinté de negro porque en los esmaltes de la cajita de cosas de manicuría de mi mamá había mucho rosado o cremita, colores que no me quedan muy bien, y menos en los pies.

Mientras esperaba a que se secara el esmalte pensaba en que lugares habían estado mis pies, y no conforme con el resultado decidí hacer una lista de los lugares que quiero pisar. Son bastantes, y la mayoría está muy lejos de acá. Pero si algo aprendí hasta ahora es que la distancia es una cantidad de paisajes amontonados, que molestan un poco y hacen mucho más tediosos e infinitos los viajes, pero siempre tienen su fin.

Me acuerdo cuando mi amiga Manuela, que le gustan las cosas feas, me invitó a pasear "por ahí". Le dije muy contenta "Bueno, vamos por ahí". Salimos de su casa y mientras caminabamos por la vereda, Manuela vio una cosa muy fea.
- ¡Qué cosa tan fea! - Gritó Manuela.
-¿Qué es esa cosa muy fea? - le pregunté
-¡Es una cosa horrenda! Vamos a llevarla con nosotras a pasear por ahí.
- Pero Manuela, a mí no me gustan las cosas feas, me gustan los moños que son lindos
- Entonces vamos a buscar más por allá un moño lindo - dijo Manuela.

Y fuimos desde la vereda de Manuela hasta más por allá a buscar un moño lindo. Caminamos bloques y bloques, cuadras y cuadras, manzanas y manzanas, pero no habían moños lindos. Nos cruzamos con un señor de esas calles y le preguntamos:
- Señor, ¿en dónde hay moños lindos para esta cosa muy fea?
- Mmm... ahora no me acuerdo, pero mucho antes que ahora había una moñería en aquel lugar. Tenían moños y cintas cubriendo las paredes, las puertas y el techo. De todos los colores, tamaños y formas. - Dijo el señor.
- Entonces vamos a aquel lugar y busquemos la moñería - dijo muy contenta Manuela.

Caminamos vueltas y vueltas, esquinas y esquinas, cruces y cruces. Creímos que nos habíamos perdido, habíamos caminado mucho desde la vereda de Manuela. Entonces pensamos en cruzar a la otra vereda, miramos para ambos lados y como no pasaba nadie y el semáforo de aquel lugar decía "Caminar", caminamos a la otra vereda.
- ¡Por fin! - gritó de alegría Manuela - ¡Encontramos la moñería!

Entramos con la cosa muy fea y le preguntamos a la señora moñera si tenía algún moño lindo para esa cosa tan fea.
- Creo que no tenemos un moño tan lindo para una cosa tan fea - dijo la señora moñera.
- Entonces compremos una cinta para hacer el moño nosotras, Manuela - le dije a mi amiga.
- Me parece una buena idea - dijo sonriente Manuela.

Así que compramos la cinta y nos fuimos de aquel lugar, pasamos por mas por allá para llegar a la vereda de la casa de Manuela. Agarramos la cinta, hicimos el moño y adornamos a la cosa muy fea con ese moño lindo.
La cosa muy fea siguió siendo fea, pero tenía un moño muy lindo. Con Manuela estabamos muy contentas, entonces decidimos ir a pasear por ahí con la cosa fea y su lindo moño.

Esos fueron algunos de los lugares que pisaron mis pies. Me pregunto si habrá alguna diferencia ahora que me pinté las uñas, seguramente voy a querer a salir a mostrar que lindos que se ven, por lo tanto voy a visitar mas lugares, como esos lados u otro lugar.


Por ahora no tengo otra cosa para contar, cuando me acuerde, les cuento alguna más, u otra si quieren.